son las gentes de mi tierra, las que he tratado desde que nací.
sus costumbres .el día adia...sus maravillosas cosas de siempre...
cuando el lechero llegaba a las puertas de nuestras casas...
para dejarnos el preciado liquido, re cien ordeñado
de las cabras, aquellas, cuando cruzaban las
destartaladas calles y anadie les molestaba.
ni tan siquiera, sus cagarrutas...
a mi me encantaba
cuando, en la ( tená )
que es como le decían, donde
las encerraban por la noche, ¡hermoso ganado...
asomaba yo el ozico,al entrar a casa de
mi querida vecina, a cualquier cosa,
sin la mayor importancia, y como
comento, me gustaba oler a
campo, a estiércol, a
corteza de
almendra, a alfalfa
seca, a heno, a higos secos.
todo eso formaba un aroma a salud,
tan sumamente agradable que era una autentica
gozada poder aspirarlo. en muchas casas de la época lo había.
guardias municipales, no los había,poco a poco, fueron llegando,
pero como tampoco pasaban grandes cosas, no se necesitaban
todo estaba en calma absoluta. eramos como una pequeña
y gran familia, ala vez. combersavamos con los vecinos
les contábamos las peripecias del día que nos habían
ocurrido y en las noches estivales, cada una se
sacaba su silla a la calle y ¡ a tomar el fresco !
la que tenia el dinero, iba al cine, destartalado también,pero ¡entrañable!
un rato antes, pasaba aquella señora con su carrillo,cargado de pipas
caramelos, regaliz citrato, bolas de anís,cigarrillos,chufas
y como las ruedas eran, hierro puro,formaban un
estruendo que era demasiado,pero, resultaba
muy familiar y reconocido a mil leguas.
llegaban muchos artistas ambulantes, con sus circos y aquí se quedaban
de por vida y hasta creaban sus propias familias.
sus costumbres .el día adia...sus maravillosas cosas de siempre...
cuando el lechero llegaba a las puertas de nuestras casas...
para dejarnos el preciado liquido, re cien ordeñado
de las cabras, aquellas, cuando cruzaban las
destartaladas calles y anadie les molestaba.
ni tan siquiera, sus cagarrutas...
a mi me encantaba
cuando, en la ( tená )
que es como le decían, donde
las encerraban por la noche, ¡hermoso ganado...
asomaba yo el ozico,al entrar a casa de
mi querida vecina, a cualquier cosa,
sin la mayor importancia, y como
comento, me gustaba oler a
campo, a estiércol, a
corteza de
almendra, a alfalfa
seca, a heno, a higos secos.
todo eso formaba un aroma a salud,
tan sumamente agradable que era una autentica
gozada poder aspirarlo. en muchas casas de la época lo había.
guardias municipales, no los había,poco a poco, fueron llegando,
pero como tampoco pasaban grandes cosas, no se necesitaban
todo estaba en calma absoluta. eramos como una pequeña
y gran familia, ala vez. combersavamos con los vecinos
les contábamos las peripecias del día que nos habían
ocurrido y en las noches estivales, cada una se
sacaba su silla a la calle y ¡ a tomar el fresco !
la que tenia el dinero, iba al cine, destartalado también,pero ¡entrañable!
un rato antes, pasaba aquella señora con su carrillo,cargado de pipas
caramelos, regaliz citrato, bolas de anís,cigarrillos,chufas
y como las ruedas eran, hierro puro,formaban un
estruendo que era demasiado,pero, resultaba
muy familiar y reconocido a mil leguas.
llegaban muchos artistas ambulantes, con sus circos y aquí se quedaban
de por vida y hasta creaban sus propias familias.
a los gitanos de mi tierra,les he tenido gran estima,desde siempre.
una nota de categoría y distinción.....
soñando para su tierra, todo lo mejor del mundo y casi lo consiguen....
valía para esos menesteres, casi artesanales en la época...
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las mujeres ya empezaban el trabajo, fruto horticola, por esta zona,
ayudando afanosamente en la economía
de sus sencillos hogares.
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y así, mi querido pueblo,empezó a prosperar, aunque, timidamente,
resultado.....se disparó con tanto ímpetu
que a punto estuvo de
rodar de bruces
y perecer.....
como hacer de jefes en sus comunas en el suyo,
ERA VICENTE...
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