jueves, 30 de abril de 2009

Decir adios no es decir olvido


Decir adiós no es decir olvido

¿Qué pasa con mi pueblo? ¿Qué fue de sus gentes?, no es nada anormal, es la vida que es así y como tal hay que tomarla...
Llevamos una temporada triste ¿Cuántos conocidos, familiares y amigos queridos se nos están yendo? Por desgracia, bastantes y la verdad no nos sentimos a gusto, comprendemos que cada cual tenemos nuestro día para nacer y morir pero no nos conformamos tan fácilmente por mucho que lo intentemos , un pueblo debe ser como una piña, todos unidos, apreciados y queridos, cada uno con nuestros defectos y virtudes pero sintiéndonos felices en nuestra tierra con conocidos, en lo bueno y en lo malo hasta el resto de nuestros días. Hay más amigos y familiares enterrados que aquí en la vida, no nos queda otro remedio que aceptarlo...
Siempre he tenido la suerte de contar con unos vecinos estupendos, como lo fueron Maruja Barrero y su esposo José “El Lia” trabajadores donde los haya y honrados a carta cabal. Sus hijos jugaban con los míos por nuestros desaparecidos descampados y José fue mi albañil unos años. Por el año 60 vendría a mi casa aquel día inolvidable aquella bonita novia de blanco como un armiño y más pura que el azahar, para que mi madre, enferma e imposibilitada, la viera, como le prometió y así lo hizo. El vestido, precioso cosido por las primorosas manos de Dolores de “La Botica” y toda ella en si ¡muy graciosa! Aquellos momentos a mi madre la hizo feliz y nunca olvidó aquel detalle. Conocida por todos como Maruja “del Lia” o Maruja “del Cura por estar trabajando mucho tiempo en las casas del clero. Maruja tenia una gran ilusión con su primera hija Ana Victoria y la arreglaba con sumo gusto aunque la niña era preciosa, me parece verla con su vestido de terciopelo y cuello blanco de encaje y puños y a la vez sus largos cabellos rojizos cayéndole sobre su espalda cogido con una cola de caballo dándole una gracia muy especial. Tubo dos hijos más, José y Verónica, teniendo la misma ilusión como la primera. Toda su vida se la pasó, al igual que su esposo, luchando por ellos, un día enfermó y después de combatir con su dolencia y no poder seguir más con la lucha de la vida, a últimos del pasado mes de abril, cuando la primavera lo llenaba todo de flores, nos dejó para siempre ¡fuiste buena mujer Maruja y siempre te recordaremos!
Antoñita de Puntas, Antoñita la Cajera o Antoñita del Supermercado Vivancos ha sido en el Puerto muy querida y apreciada venían de Puntas de Calnegre, sus padres, su hermana Maruja y ella y se quedaron aquí para siempre donde fue una familia querida por todos. De Antoñita se podría hablar largo y tendido, era una mujer bellísima y completa de todo, buena persona, me apreciaba y yo a ella, la teníamos como familia por el mero hecho de estar tantos años de cajera en el Super Vivancos, la ultima vez que la vi fue en su preciosa casa en la Cumbre, la cual me enseñó con gran cariño, aquel día la vi muy feliz como ella se merecía, los tiempos cambian, y todo es amargo, murió a primeros de mayo, quedándole quizás muchos años aun de vida, Antoñita te mando esta memoria para ti donde quiera que te encuentres y aunque se que estarás en el cielo y quizás feliz y relajada ¡que así sea!
Nuestro buen amigo Paco “El Vinatero” esta primavera también nos dijo adiós, era una persona fenomenal, bromista con educación y sin ofender, educado, cariñoso y religioso al máximo, siempre tenia la broma con la sonrisa en los labios, se fue sin esperarlo, siendo sano y fuerte toda su vida, por suerte ha dejado para recordarlo una hermosa familia y un montón de amigos que lo han apreciado desde toda la vida, Paco fuiste muy grande y tu corazón mucho más. Esperemos tener buena voluntad para rezarles a todos nuestros queridos difuntos inolvidables, familiares, ancianos, jóvenes y niños de corta edad...
Descansen en paz

1 comentario:

  1. Maravillosa página. Revivir a través de la memora a un pueblo es para los que lo leemos entrañable. No se crea que soy de Mazarrón o de El Puerto. Soy de lejos, tanto como del otro lado, pero mis antecedentes si están ahí, en esa tierra y ese ambiente que tan directo y bien describe. Gracias.
    A.A. Cervantes

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