jueves, 30 de abril de 2009

En recuerdo de Resu y familia


En recuerdo de Resu, su esposo Pedro Rosales y demás familia

Por aquellos tiempos estivales donde todo era paz y tranquilidad, a nuestro querido Puerto de Mazarrón ya empezaban a venir muchas gentes, sobre todo de la región , esta nuestra murciana ¡tan hermosa!
Loli de Ernesto, podríamos decir que era una de mis amigas más queridas, por sus maneras bondadosas y tranquilas en todas las cosas, pero este no es el caso que me trae a este relato. Al transitar tanto su ordenada y limpia morada para jugar con ella fue entonces cuando conocí aquella magnifica familia que venían de Cartagena a su casa, sobre todo en verano y con los cuales les unía una gran amistad, limpia y sana. Era un matrimonio bien avenido, ella, Resu, era una estupenda mujer amable, educada y cariñosa, la cual siempre tenia la sonrisa a flor de piel, con el fin de agradar a todo el mundo, él su esposo Pedro Rosales era un hombre alto y atractivo, trabajaba en la Bazan de electricista, allá en Cartagena. Tuvieron tres hijos, los cuales he tenido el gusto de haberlos tratado desde toda mi vida. Pitusa la mayor, como le decimos los conocidos con mucho afecto Felipe el mediano y Miguel o “Chiqui” como le decíamos todos con mucho afecto el benjamín de la familia. Cuando escuchábamos las chiquillas que venían para el Puerto, nos poníamos muy contentas, porque se unían a nosotras y danzábamos de un lado a otro y nos divertíamos con las cosas más sencillas sin causar daño a nadie. Con Pitusa la cual tubo lavandería mucho tiempo aquí en el Puerto no jugué ni Sali con ella al ser un gremio mayor que yo siempre fue una niña muy hermosa y espigada y a la vez vivaracha un pequeño diablillo y muy inteligente, le gustaba mucho salir a jugar con Lola Andreu ya que era tan vivaz como ella. Los juegos de la chiquillería casi siempre eran en la playa donde lo pasábamos de maravilla en las barcazas saltando o en las barracas jugando al escondite o por las noches tranquilas de coches por el sencillo paseo aquel, entorpeciendo a los mayores al meternos en medio de los bailes gramoleros para que nos pisaran sin querer cuando valsaban sin cesar.
Fue pasando el tiempo, mi amiga Loli se enamoro muy joven de aquel apuesto marino como era Felipe, Putusa creció demasiado de prisa, empezando sus primeras pretensiones, casándose con Antonio con el que tubo su único hijo y nietos después, Loli tendría a su hermosa hija Maresu y dos lindas nietas y “Chiqui” se casaría con Maruja dejando atrás su espigada adolescencia feliz. Tuvieron tres maravillosos hijos estupendos muchachos, los conozco mucho y aprecio de cuando voy a su comercio “Cosas Chulas” a comprarle cualquier chucheria, me reciben con mucho agrado y educación. Esta familia de una manera u otra siempre han estado vinculados aquí en el Puerto, en la calle Toneleros y han sido muy conocidos y respetados y a la vista esta que viven aquí ya de por vida. Los mayores se marcharon para siempre, pero desde arriba siguen rezando por su estupenda estirpe que ellos crearon con tanto cariño. Os aprecia vuestra amiga Conchita.

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