viernes, 24 de abril de 2009

Mi niño aquel


Mi niño aquel

Corre el año 64, exactamente, víspera del día de la virgen, catorce de agosto. Las calles echan fuego, el calor es agobiante y el ambiente agotador.
En aquella sencilla casa vive una joven mujer de veinticuatro años, es hermosa, porque en la juventud ¡todo el mundo lo es! Su cuerpo no puede con aquel enorme peso de estado de buena esperanza. El bebe ya empuja ¡está casi a punto de nacer... el día va transcurriendo, más bien lento, ya que el dolor acecha constantemente...
Sobre las siete menos cuarto de la tarde, mientras los demás niños de la calle jugaban a la pelota, vino al mundo el pequeño ser, ayudado por la vecinas, todo se hacia en casa entonces y a lo que saliera...
El niño ha nacido precioso, tiene casi cinco kilos y unas espaldas que parecen las de un hombre, decían aquellas buenas mujeres que con tanto cariño ayudaron a la parturienta... la agotada madre mira a su hijo llena de ternura e inmenso cariño ¡hijo mío, serás el rey de mi casa! ¡te lo prometo! El recién nacido rompió a llorar con gran desconsuelo ¿acaso no le gustaba el mundo que acababa de conocer? ¡no llores mi niño! ¡siempre te protegeré! Seguidamente se durmió junto al pecho de su feliz madre. En aquel hogar ya había una niñita de dos años y medio, así que la mamá no le faltaba nada por aquellos años para tener la eterna felicidad. Poco a poco, pasaba el tiempo y aquel bebé fue creciendo lleno de un encanto especial, a parte de cariñoso y simpático... ya empezaba la escuela y cuando volvía, junto a su noble hermana decía ¡hola mami! Ya estoy en la casa ¡adiós mami! Me voy a jugar...
Llega el tan esperado día de su primera comunión, entonces no era lo de ahora... chocolate con unos bollos y pare usted de contar... pero los niños lo hacían con más fe ¡mucho más! Los invitados eran solo crios de la calle, sus amigos y nada más...
Nosotros, sus padres ¡éramos tan felices de verlo gozar!
A los nueve o diez años le preguntamos ¿qué vas a hacer de mayor? Siempre decía ingeniero agrónomo. Su maestro D. Vicente Serrano me decía ¡es muy inteligente pero esta muy enjugascado y a veces no tiene ganas de trabajar en la escuela, él, con su cara de bondad me decía ¡no te preocupes mami! ¡seré un hombre de provecho! Me besaba marchándose a la calle lleno de felicidad para jugar aquellos juegos llenos de encanto, junto siempre con su hermana y sus amigos...
Por Reyes, casi siempre le confeccionaba yo misma los juguetes, y a su hermana igual y casi todavía de madrugada se despertaban llenando la casa de alegre algarabía. Su padre, siempre paciente y callado, pero feliz ¡quería tanto a los niños! Sobre todo a Nica, ¡era su ilusión! La niñez iba tocando a su fin ¡que pena! Y empezó la difícil etapa de la adolescencia... los institutos, marchar a otros sitios para seguir haciendo, aquello de BUP, Primero de BUP, etc. etc. a otros niños les estropeaban esos años, a él, al contrario, cada día se transformaba en más hermosura, alto, derecho, un color de tez precioso, siempre me besaba y me contaba lo que había pasado aquel día...
Su abuelo ¡lo quería tanto! Un día triste e inesperado, todo cambió. Se acabó su sonrisa y todo lo demás, pero eso es otra historia que quizás la siga en otro momento ¡tu madre te quiere tanto Nica!
Concha

Cuando llegan al hogar
Esos hijos de tu amor
Te llenan el corazón
Te realizan más y más
Solo piensas en luchar
Y darle gracias a Díos
Hasta que se hacen mayor
Entonces juega el destino
A cambiar los caminos
Y sonrisas por dolor.

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